ricardo dominguez on Mon, 9 Sep 2002 03:27:14 +0200 (CEST) |
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[nettime-lat] Chomsky: "Avasallar al mundo, la meta de EU" |
Me'xico D.F. Viernes 6 de septiembre de 2002 Mundo ------------------------------------------------------------------------ Los sucesos del 11 de septiembre, su coartada, afirma Chomsky: avasallar al mundo, la meta de EU Explota Bush el miedo y el patriotismo NOAM CHOMSKY EXCLUSIVO EN MEXICO PARA LA JORNADA Se arguye ampliamente que los ataques terroristas del 11 de septiembre cambiaron el mundo en forma drama'tica, que nada sera' igual conforme se entra a una "era de terror" -ti'tulo de una coleccio'n de ensayos acade'micos preparados por investigadores de la Universidad de Yale y otras personas, que consideran que el ataque con a'ntrax es au'n ma's ominoso. Nadie duda que las atrocidades del 11 de septiembre fueran un suceso de importancia histo'rica, no por su escala -por desgracia-, sino por elegir a vi'ctimas inocentes. Se sabi'a, desde hace algu'n tiempo, que con la nueva tecnologi'a los potencias industriales perderi'an probablemente su virtual monopolio de la violencia, para mantener u'nicamente una enorme preponderancia. Nadie hubiera anticipado la manera particular en que tales expectativas se cumpliri'an, pero se cumplieron. Por vez primera en la historia moderna, Europa y sus va'stagos fueron sometidos, en suelo propio, a la clase de atrocidades que por rutina cometen ellos en alguna otra parte. Revisar tal historia seri'a demasiado familiar, y aunque Occidente tiende a menospreciarla, las vi'ctimas no. El agudo quiebre de la tendencia tradicional seguramente califica al 11 de septiembre como un suceso histo'rico y las repercusiones son por cierto muy significativas. Pero varias preguntas surgen de golpe: 1. Quie'n es responsable. 2. Cua'les son los motivos. 3. Cua'l es la reaccio'n adecuada. 4. Cua'les son las consecuencias a largo plazo. Quie'n es responsable Se ha asumido, es plausible, que los culpables son Bin Laden y su red de Al-Qaeda. Nadie sabe mejor quie'nes son ellos que la CIA que, junto con sus contrapartes de los pai'ses aliados de Estados Unidos, reclutaron a islamitas radicales de muchos pai'ses y los organizaron como fuerza militar terrorista, no para ayudar a los afganos a resistir la agresio'n sovie'tica, lo cual habri'a sido un objetivo legi'timo, sino por las usuales razones de Estado que tuvieron sombri'as consecuencias para los afganos una vez que los mujaidines tomaron el control. Es seguro que la inteligencia estadunidense segui'a de cerca las atrocidades de estas redes, mucho ma's de cerca desde que asesinaron al presidente egipcio Anuar Sadat hace 20 a~os, y de manera intensa desde el atentado que volo' el World Trade Center y otros objetivos muy ambicionados por los terroristas en 1993. No obstante, aunque sea esta la investigacio'n internacional ma's intensa en la historia de los servicios de inteligencia, no ha sido fa'cil hallar evidencias que identifiquen a los perpetradores de los ataques del 11 de septiembre. Ocho meses despue's de los bombazos, el director de la FBI, Robert Mueller, "cree" que el complot se tramo' en Afganista'n, pero se planeo' e instrumento' en alguna otra parte. Y mucho despue's de que la fuente del ataque con a'ntrax se localizo' en los laboratorios estadunidenses fabricantes de armamento, sigue sin ser claro su origen. Esto nos indica lo difi'cil que sera' nulificar en el futuro los actos terroristas dirigidos contra los ricos y los poderosos. Sin embargo, pese a lo de'bil de la evidencia, la conclusio'n inicial en torno al 11 de septiembre podri'a ser correcta. Cua'les son los motivos La academia es virtualmente una'nime en situar a los terroristas en su mundo, lo cual en su opinio'n empata con sus acciones durante los u'ltimos veinte a~os: el objetivo, dicen, es arrojar a los infieles de las tierras musulmanas, derrocar a los gobiernos corruptos que ellos imponen y mantienen, e instituir una versio'n extremista del Islam. Al menos para quienes esperan reducir la probabilidad de futuros cri'menes de naturaleza semejante, lo ma's significativo son las condiciones de contexto de las que surgieron las organizaciones terroristas, lo que proporciona una amplia reserva de entendimiento compasivo hacia algunos segmentos de su mensaje, incluso de parte de algunos que los desprecian o los temen. Para ponerlo en el tono pla~idero de George Bush: " ?Por que' nos odian?" La pregunta no es nueva y las respuestas no son difi'ciles de hallar. Hace 45 a~os el presidente Eisenhower y su equipo discuti'an lo que e'l llamaba "la campa~a de odio contra nosotros" en el mundo a'rabe, "no de los gobiernos sino de la gente". El motivo principal, adverti'a el Consejo de Seguridad Nacional, proviene de haberse dado cuenta que Estados Unidos respalda a gobiernos corruptos y brutales que bloquean la democracia y el desarrollo, en aras de la preocupacio'n por "proteger sus intereses petroleros en el Medio Oriente". El Wall Street Journal encontro' casi lo mismo cuando indago' en las actitudes de los musulmanes occidentalizados despue's del 11 de septiembre: sentimientos que hoy son exacerbados por las poli'ticas especi'ficas de Estados Unidos en torno a Israel-Palestina, e Irak. Los comentaristas prefieren, por lo general, una respuesta ma's reconfortante: su rabia esta' anclada al resentimiento de nuestra libertad y nuestro amor por la democracia, a sus fracasos culturales que datan de siglos, a su incapacidad de formar parte de la "globalizacio'n" (en la cual participan felices), y a otras deficiencias semejantes. Respuesta reconfortante, pero nada sabia. Cua'l es la reaccio'n adecuada Las respuestas son debatibles, sin duda, pero por lo menos tendri'an que empatar con las ma's elementales consideraciones morales: especi'ficamente, ?si una accio'n es, para nosotros, correcta, es correcta para los dema's; si es incorrecta para los otros, es incorrecta para nosotros? Quienes rechazan esa consideracio'n declaran llanamente que los actos los justifica el poder; puede entonces ser ignorada en cualquier discusio'n que aborde lo apropiado, lo correcto o equivocado de una accio'n. Uno se preguntari'a entonces que' queda de la avalancha de comentarios (los debates acerca de la "guerra justa" etce'tera) si adoptamos este criterio simple. Ilustremos el punto con algunos casos incontrovertibles. Han pasado cuarenta a~os desde que el presidente Kennedy ordeno' tender "los terrores de la tierra" sobre Cuba hasta que su liderazgo fuera eliminado, una vez perdidos los modales ante la exitosa resistencia a la invasio'n patrocinada por Estados Unidos. Los terrores fueron muy serios, y continuaron entrados los noventa. Veinte a~os han transcurrido desde que el presidente Reagan lanzo' una guerra terrorista contra Nicaragua, perpetrando ba'rbaras atrocidades y vasta destruccio'n, con el resultado de decenas de miles de muertos y un pai's arruinado --tal vez sin recuperacio'n posible-- lo que condujo tambie'n a que la Corte Mundial y el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas condenaran por terrorismo internacional a Estados Unidos (resolucio'n que veto' dicho pai's). Pero nadie cree que Cuba o Nicaragua tuvieran el derecho a poner bombas en Washington o Nueva York, o a asesinar a li'deres poli'ticos estadunidenses. En fin, seri'a muy fa'cil agregar casos ma's severos que llegan hasta el presente. Para aquellos que aceptan las ma's elementales consideraciones morales, es difi'cil demostrar que Estados Unidos y Gran Breta~a estuvieron en lo justo al bombardear a los afganos para forzarlos a entregar a personas que Estados Unidos sospecha que cometieron actos criminales. Este fue el objetivo oficial de la guerra, anunciado por el presidente cuando comenzo' el bombardeo. O que derrocaran a sus gobernantes, objetivo de guerra anunciado semanas ma's tarde. El mismo criterio moral es aplicable a propuestas ma's matizadas de lo que entra~a una respuesta apropiada a las atrocidades terroristas. El reconocido historiador de asuntos militares anglo americano, Michael Howard, propuso "una operacio'n policial conducida bajo los auspicios de Naciones Unidas... en contra de una conspiracio'n criminal, para perseguir a sus miembros y traerlos ante una corte internacional en la que enfrenten un juicio justo, y de encontrarlos culpables, se les aplique la sentencia adecuada" (Guardian, Foreign Affairs). Suena razonable, pero cua'l seri'a la reaccio'n si sugirie'ramos que dicha propuesta se aplicara universalmente. Seri'a impensable, despertari'a enfurecimiento y horror. Preguntas semejantes surgen en torno a la "doctrina Bush": "el golpe previsor" contra presuntas amenazas. Hay que recordar que la doctrina no es nueva. Casi todos los planificadores de alto nivel son restos del gobierno de Reagan que argumentaban entonces que el bombardeo de Libia era justificado bajo la premisa de Naciones Unidas de "la autodefensa contra un ataque futuro". Los planificadores de Clinton aconsejaban una "respuesta disuasiva" (incluido el primer ataque nuclear). Y la doctrina en cuestio'n tiene antecedentes ma's remotos. Lo que es novedoso, sin embargo, es la afirmacio'n cruda de tal derecho, y no es secreto contra quie'n se dirige la amenaza. El gobierno y los comentaristas se esfuerzan en expresar a voz en cuello que pretenden aplicarle dicha doctrina a Irak. El elemental criterio de universalidad, por lo tanto, pareceri'a justificar que Irak lanzara un terrorismo disuasivo contra Estados Unidos. Por supuesto, nadie acepta este supuesto. De nuevo, si estamos dispuestos a adoptar principios morales elementales, nos surgen preguntas obvias y deberemos enfrentar a quienes pregonan o toleran la versio'n selectiva de la doctrina de la "respuesta disuasiva", que otorga a los suficientemente poderosos el derecho de ejercerla con gran desde'n hacia lo que el mundo pueda pensar. El peso de las pruebas no es leve, como lo es para quien pregona o tolera la amenaza o el recurso a la violencia. Hay siempre, por cierto, la salida fa'cil ante estos argumentos: nosotros somos buenos, ellos son malvados. Este u'til principio atropella cualquier argumentacio'n. El ana'lisis de los comentarios y mucho de la academia revela que la fuente del problema radica en ese crucial principio, que no se argumenta, se afirma. Ocasionalmente, pero como rareza, hay criaturas irritantes que confrontan este principio central documentando la historia reciente y contempora'nea. Aprendemos ma's de las normas culturales imperantes si observamos la reaccio'n, y el interesante despliegue de barreras que se erigen para impedir una recai'da asi' en esta hereji'a. Nada de esto, por supuesto, es invencio'n de los centros contempora'neos del poder ni de la cultura intelectual dominante. No obstante, merece atencio'n, al menos entre los que tenemos intere's por entender do'nde estamos y que' nos espera. Cua'les son las consecuencias a largo plazo Pensando en el largo plazo, sospecho que los cri'menes del 11 de septiembre acelerara'n tendencias que ya tienen trecho recorrido: la doctrina Bush que acabo de mencionar ilustra el punto. Como se predijo alguna vez, en todo el mundo los gobiernos tomaron el 11 de septiembre como ventana de oportunidades para instituir o escalar sus programas de severidad o represio'n. Ansiosa, Rusia se unio' a la "coalicio'n contra el terror", esperando recibir autorizacio'n para continuar sus terribles atrocidades en Chechenia y no se desilusiono'. Alegremente, China se unio', por razones semejantes. Turqui'a fue el primer pai's en ofrecer tropas para la nueva fase de la "guerra al terrorismo" de Estados Unidos, en agradecimiento, como explicara su primer ministro, por la contribucio'n estadunidense a la campa~a turca contra la poblacio'n kurda, reprimida miserablemente. Una guerra tendida con salvajismo extremo gracias al flujo enorme de armas estadunidenses. A Turqui'a se le felicita ampliamente por sus logros en estas campa~as de terror estatal, incluidas algunas de las peores atrocidades cometidas en los sombri'os noventa, y se le concedio' la autoridad para proteger Kabul del terrorismo, con patrocinio de la misma super- potencia que le ha dispuesto los medios militares y el respaldo diploma'tico e ideolo'gico para cometer sus actuales atrocidades. Israel ha reconocido que estari'a en condiciones de aplastar a los palestinos, au'n ma's brutalmente, con un apoyo ma's firme de Washington. Y asi' por todo el mundo. Las sociedades ma's democra'ticas, incluido Estados Unidos, instituyeron medidas para imponer una disciplina a su poblacio'n y para establecer medidas impopulares con el pretexto de "combatir el terror", explotando la atmo'sfera de miedo y la exigencia de "patriotismo". En la pra'ctica, esto significa: "Tu' te callas y yo prosigo con mi agenda inexorablemente". El gobierno de Bush utilizo' la oportunidad para expandir su asalto contra la mayori'a de la poblacio'n y las generaciones futuras, para servir a los obtusos intereses corporativos que dominan su gobierno a un grado que va ma's alla' de la norma. En suma, las predicciones iniciales esta'n ampliamente confirmadas. Uno de los logros principales es que por primera vez Estados Unidos tiene bases importantes en Asia central. Estas son cruciales para posicionar favorablemente a las multinacionales estadunidenses en el "gran juego" actual por controlar los considerables recursos de la regio'n, pero tambie'n para completar el cerco que tiende sobre los mayores recursos energe'ticos del mundo, situados en la regio'n del Golfo. El sistema de bases estadunidenses que tiene en la mira al Golfo se extiende del Paci'fico a las Azores, pero la base ma's u'til antes de la Guerra de Afganista'n fue la de Diego Garci'a. Ahora, su situacio'n ha mejorado tanto que si se considera apropiada una intervencio'n, su despliegue sera' mucho ma's fa'cil. El gobierno de Bush percibe esta fase de la "guerra contra el terrorismo" (que de tantas formas replica la "guerra contra el terrorismo" declarada por el gobierno de Reagan de veinte a~os atra's) como la oportunidad para expandir sus ventajas militares, ya de por si' avasalladoras, al resto del mundo, para despue's pasar a otros me'todos que le aseguren el dominio global. El pensamiento del gobierno estadunidense fue expresado con claridad por sus altos funcionarios cuando el pri'ncipe Abdullah de Arabia Saudita visito' Estados Unidos en abril. Su propo'sito era hacerle ver al gobierno que debi'a prestar ma's atencio'n a las reacciones del mundo a'rabe ante el respaldo tan fuerte que otorgaba al terror y la represio'n israeli'. Se le contesto' que, en efecto, a Estados Unidos no le importaba lo que los otros a'rabes pensaran. Segu'n lo reporto' el New York Times, uno de los funcionarios aclaro': "si le parecio' que esta'bamos fuertes en la Tormenta del Desierto, ahora somos diez veces ma's fuertes. Esto fue para darle una idea de lo que Afganista'n significaba en cuanto a nuestras capacidades". Un viejo analista en asuntos de defensa lo gloso' con simpleza: otros "nos respetara'n por nuestra rudeza y no se metera'n con nosotros". Esa postura tiene por igual muchos precedentes histo'ricos, pero a partir del 11 de septiembre cobra renovada fuerza. No contamos con documentos internos, pero es factible especular que tales consecuencias eran uno de los objetivos primordiales del bombardeo de Afganista'n: advertirle al mundo de lo que es capaz Estados Unidos si alguno se pasa de la raya. El bombardeo de Serbia tuvo motivos semejantes. Su objetivo principal fue "asegurar la credibilidad de la otan", como nos explicaron Blair y Clinton --y no se referi'an a la credibilidad de Noruega o Italia, sino a la de Estados Unidos y la de su mayor cliente militar. Esto es asunto comu'n en el arte de gobernar y en la literatura de las relaciones internacionales; y tiene sus razones, como nos revela la historia ampliamente. Para terminar, los aspectos ba'sicos de la sociedad internacional parecen continuar como estaban, pero sin duda el 11 de septiembre indujo cambios. En algunos casos, las implicaciones son importantes, pero no muy prometedoras. Traduccio'n Ramo'n Vera Herrera CR Noam Chomsky. Este capi'tulo se integrara' a la segunda edicio'n del libro 11 de septiembre (New York: Seven Stories Press, 2002). Fue publicado orginalmente en la edicio'n de septiembre de 2002 de la revista Aftonbladet en Suecia _______________________________________________ Nettime-lat mailing list Nettime-lat@nettime.org http://amsterdam.nettime.org/cgi-bin/mailman/listinfo/nettime-lat