Magdalena Burgos on Thu, 10 Apr 2003 12:00:02 +0200 (CEST)


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LA NACION LINE
DOMINGO 6 de Abril de 2003 -

Medios
El mensaje de McLuhan y la guerra

http://www.lanacion.com.ar/suples/enfoques/0315/sz_486438.asp


Las ideas del profeta de la aldea global recobran actualidad cuando se
analiza cómo la televisión involucra a la audiencia en el conflicto




Era una fría noche en la aldea global. La guerra en Irak estaba por
comenzar. Frente al Empire State Building, en un auditorio de la Universidad
de Nueva York, también se iniciaba un acto para recordar a Marshall McLuhan,
el profeta de los medios de los sesenta. McLuhan es quien acuñó el término
"Aldea global", ideó la frase "El medio es el mensaje" y estableció la
extraña diferencia entre un medio "caliente", que amplía un solo sentido en
`alta definición´", y otro "frío", cuyos sentidos son más amplios. El primer
grupo (como la radio y las conferencias) está atestado de datos que dejan
poco espacio para la interpretación o la participación individual . Los
medios "fríos" (como el teléfono y los seminarios) dejan, en cambio, mucho
espacio.
¿Por qué la discusión sobre McLuhan en estos días? Este año no se cumple
ningún aniversario. El pensador nació en Edmonton, Alberta, en 1911 y murió
en Toronto en 1980. Sus dos libros más conocidos "La Galaxia Gutenberg: la
creación del hombre topográfico" y "La Comprensión de los Medios: las
extensiones del hombre" fueron publicados en 1962 y 1964, respectivamente.
Igualmente, antes de morir y gracias a algunas declaraciones irrelevantes,
se había convertido en el hazmerreír de su época.
Pero la guerra en Irak, en particular la cobertura televisiva de la misma,
vuelve a darles actualidad a sus ideas recurrentes. La genialidad de McLuhan
consistió en anclar su teoría de la historia en el dominio de los sentidos.
Veía a los medios como extensión del cuerpo humano -los libros impresos como
extensiones de los ojos, la radio como la de los oídos- y creía que cada
nuevo avance tecnológico modificaría, y también traumatizaría, a la
humanidad. "Nosotros moldeamos nuestras herramientas y ellas nos moldean a
nosotros."
Hace muchos años la ciudad servía como "escudo colectivo o armadura de
plata", una extensión de nuestras pieles, escribió McLuhan en 1964. Pero con
la llegada de la época electrónica "hemos puesto todo nuestro sistema
nervioso fuera de nosotros mismos." Vivimos en una aldea global altamente
sensibilizada.
La interacción de los sentidos
El inicio de la guerra por televisión recordó estas ideas. Los tanques que
rodaban desde el sur hacia el interior del país asiático ya no eran sólo
tanques sino piernas que marchan y piel protectora. Las gafas para visión
nocturna, extensiones de los ojos. ¿ Y esas cámaras de televisión adheridas
a los tanques? Era más difícil clasificarlas.
McLuhan declaró que la televisión es un medio "frío". Manifestó que
contrariamente a las películas, la radio o la prensa, este medio presenta
una imagen en mosaico, de baja y confusa definición, que deja muchos
detalles para que los completen los televidentes. Es un medio
"participativo" que absorbe a la gente al máximo y que demanda "máxima
interacción de los sentidos". Por supuesto, McLuhan no vivió para ver la
televisión de alta definición. Pero las imágenes emitidas desde Irak le
hubieran sido familiares.
¿Qué sucede cuando un medio "frío" como la televisión se une a un arma
pesada como un tanque? Ejerce un poderoso efecto sobre la audiencia. De
pronto todos los televidentes se ven involucrados en la guerra. Cuando hay
una tormenta de arena, la audiencia no puede ver mejor ni peor que las
tropas. Cuando la lucha disminuye uno siente que la guerra puede ser rápida
y fácil. McLuhan comprendió este tipo de experiencia televisiva táctil. La
televisión, decía, "al favorecer una pasión y al involucrarse con
profundidad en todos los aspectos de la experiencia crea, junto a un
bienestar corporal, una obsesión".
Con la guerra desarrollándose por televisión, el televidente se convierte en
parte del ejército invasor. Mientras tanto, al mismo tiempo que la audiencia
se siente parte del ejército, éste se convierte en parte de ella. Las tropas
norteamericanas de un transporte aéreo miran CNN para ver cómo va y cómo
progresa la guerra. Los soldados observan a otros soldados por televisión.
Hay una confusión general en lo referente a quien actúa y quién mira. Y en
el punto crucial de la misma están los tradicionales testigos oculares de la
guerra, los periodistas, "integrados" con las tropas.
Armas de guerra
¿Las cámaras de televisión son testigos de la guerra o son parte del
armamento? ¿O ambas cosas? En esta guerra, la percepción de estar ganando es
casi lo mismo que ganar realmente. Si Saddam Hussein puede parecer que está
en el poder en la televisión, está en el poder. Si el ejército de Estados
Unidos puede mostrar al mundo que está ganando, entonces lo está.
Esto, a la vez, pone a la gente de Irak en apuros. Tiene que aparecer como
leal al que pudiera estar en el poder. Al comienzo de la guerra, cuando se
creía que Estados Unidos y Gran Bretaña iban a conseguir una fácil victoria,
un soldado norteamericano comenzó a rasgar un poster con la imagen de Saddam
Hussein y un hombre iraquí se quitó su zapato y golpeó sobre la foto, luego
giró y sonrió a las cámaras. Parecía decir: esto es lo que quiero que sepan
de mí. Cuando el espacio está lleno de satélites, todo el mundo se convierte
en escenario. El "teatro de guerra" se vuelve literal.
Hace casi cuatro décadas, McLuhan advirtió que la guerra se estaba volviendo
menos "caliente", ya que no estaba sólo relacionada con soldados y tanques,
y más "fría". Es decir, un acontecimiento más participativo. La propia
Guerra Fría, al entender de McLuhan, era ya "una batalla de información e
imágenes".
Tal vez no sea por accidente que McLuhan consideró que "toda tecnología
podía ser considerada como una forma de arma". A su propia y desordenada
manera, sus pensamientos parecen ir en la dirección correcta. Las cámaras de
televisión son armas. La batalla de Irak se está llevando a cabo con armas
"frías" montadas sobre armas "calientes". Es una guerra caliente la de la
aldea global.
Por Sarah Boxer
Traducción: María Elena Rey

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