Silvestre Byrón on Mon, 26 May 2003 15:37:02 +0200 (CEST) |
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[nettime-lat] EAF - A CUARENTA AÑOS DEL CAV |
Tercera Temporada EAF A CUARENTA AÑOS DEL CAV ¿Nostálgica? Como una idealización irracional se advierte una actitud nostálgica respecto a la llamada “década prodigiosa”, el período 1965-75. La mirada vuelve una y otra vez a la cultura artística e intelectual, los íconos, de entonces. El “deshielo”, la “gente linda”. La leyenda del Centro de Artes Visuales (CAV) en el Instituto Torcuato Di Tella durante el «swinging» Buenos Aires.- Habilitado el 1° de agosto de 1960, cubriendo la cultura artística y científica, el Di Tella anunció su configuración: NORMAS DE FUNCIONAMIENTO Apuntar a la máxima calidad en sus trabajos, realizándolos principalmente en el nivel de postgraduados. Lograr real efectividad apoyando la acción y la formulación de los proyectos con trabajo concreto. Seleccionar el personal científico o artístico en base a su capacidad, juzgándolo exclusivamente a través de su desempeño. Promover el trabajo en equipo. Colaborar, y no competir, con las instituciones o personas que realicen tareas similares, por su contenido y nivel, a las que se propone el Instituto, manteniendo un contacto efectivo con las de los demás países del mundo. ESTRUCTURA ARTE: Centro de Artes Visuales, Centro de las Artes de Expresión Audiovisual, Centro Latinoamericano de Altos Estudios Musicales. MEDICINA: Centro de Investigaciones Neurológicas. CIENCIAS SOCIALES: Centro de Investigaciones Económicas, Centro de Sociología Comparada. También hubo “organismos complementarios” como la Biblioteca de Ciencias Sociales y de Arte, el Departamento de Becas y la Editorial del Instituto. El CAV fue resultado de los activos de 1963-64 y de planes de expansión y de consolidación: FINES Cooperar al conocimiento y promoción de las artes visuales. Mantener contactos con Centros similares y personas vinculadas a las artes visuales, en el país y en el extranjero. Respaldar al artista, atendiendo a su calidad humana y a su talento. Al crear el Centro de Artes Visuales, se han tenido muy en cuenta las implicaciones que el arte y la labor del artista tienen en el medio social en que se desarrollan, atendiendo a la energía que insuflan, en ese medio, a la expresión de libertad que le es propia y a la gran profundización que hacen de nuestro mundo, al rastrear y elevar a la superficie sensible de la forma, fenómenos que aparecen confusos e inadvertidos a la visión cotidiana. MEDIOS El Centro de Artes Visuales cuenta con un Museo ubicado en Florida 936. Este se utiliza con el ánimo de ir facilitando el hábito del público hacia la obra de arte, teniendo en cuenta: La ubicación estratégica en nuestra ciudad. Un horario amplio. El mantenimiento de una programación de las muestras continua y ágil en las que se van abarcando las manifestaciones más profundas y caracterizadas en el ámbito mundial, con particular atención a Latinoamérica y Argentina. Cuenta además con una colección de obras de arte reunida originalmente por el Ingeniero Torcuato Di Tella y ampliada en forma constante. Ejercieron el arbitrio del CAV: Jorge Romero Brest, Director; Samuel Paz, Director adjunto; Nelly Perazzo, Asistente; Recha Paolini, Secretaria; Evangelina Popolizio, Auxiliar. Esta formación promovió una vanguardia que operando en el polo perceptual –pues que agudamente estética- del público de arte ridiculizaba la solemnidad de la cultura artística impugnando su institucionalización en museos y galerías, colecciones y mercado del arte. La actitud levantisca también estaba cuajada de actitudes rupturistas. Un semanario, Primera Plana privativamente, sustentaba el estrellato periodístico de los referentes del Di Tella. A los veinte años, Marta Minujín se convertía en la prima donna del pop argentino. Aquello apuntaba a despojar al proceso de creación de toda fabulación para comprenderlo, según Julio Le Parc, como una simple actividad humana. Una concurrencia atenta y emprendedora seguía estas consecuciones. 17.823 personas, sorprendente para el Buenos Aires de entonces, visitaron la muestra Experiencias 68. Al comenzar los años sesenta, Kenneth Kemble encolaba trapos viejos y sucios en sus telas y encabezaba el grupo arte destructivo con Luis Wells, Antonio Seguí y otros; Alberto Greco «firmaba» personas en las calles. El diario El Mundo y otros medios de comunicación de masas informaban, con detalles, de un happening que no se había realizado. En la esquina de Viamonte y Florida, un enorme póster panel, con el estilo de la publicidad cinematográfica, mostraba los rostros sonrientes de Dalila Puzzovio, Carlos Squirru y Edgardo Giménez coronados con la leyenda “¿Por qué son tan geniales?” Federico Peralta Ramos, en el Instituto Di Tella, exponía un huevo de yeso de 3 metros (se titulaba “Nosotros fuera”). Con espíritu radicalmente político, en el mismo instituto, Oscar Bony exponía una pareja de trabajadores, con su hijo, sentada sobre una tarima. Eduardo Ruano, en plena inauguración de una muestra en el Museo de Arte Moderno, apedreaba su obra -un retrato de Kennedy- mientras gritaba: “¡Fuera yanquis de Vietnam!” El arte de los sesenta, desde cierta perspectiva, fue una etapa desordenada, de casi perfecta libertad. Jorge López Anaya (crítico). De ese modo confluyeron diversas tendencias estéticas. Informalismo, conceptualismo y minimalismo; neo-figuración; pop-art y op-art; happening, teatro “del ambiente” y “de la crueldad”; arte “de acción”, arte “de los medios”, arte cinético, arte político; música aleatoria, música electrónica; experimentalismo. Con la cobertura explicativa de Romero Brest en Primera Plana (13/5/69) se postuló el final de la pintura, el colapso del cuadro pintado en el caballete. “Argentina: la muerte de la pintura” consignaba la portada. ¿Colaboratorio? “El Arte Vivo es la aventura de lo real. El artista enseñará a ver no con el cuadro, sino con el dedo. Enseñará a ver nuevamente aquello que sucede en la calle” sostenía Greco. El presupuesto era experimentar emociones desconocidas. Dos instalaciones, “La Menesunda” y “El Batacazo” de Marta Minujín y Rubén Santantonín, se anticiparon en varios años al “arte público” de Colaboratorio. El público de arte era obligado a detenerse en un refrigerador con temperaturas bajo cero y atravesar un cuarto habitado por una pareja acostada en una cama matrimonial. Había una “estética del juego” según Le Parc y el Grupo de Investigación del Arte Visual. El público concurría con una actitud interactiva ratificando el carácter social de la vanguardia. ARTE = VIDA/VIDA = ARTE Era la consigna de la época. El romanticismo estético, el vitalismo. La temporada de 1968 señaló el pináculo del CAV. El informalista Jorge de la Vega grabó su primer disco como cantautor actuando en espectáculos con Nacha Guevara y Marikena Monti. Durante Experiencias 68, un grupo de artistas entre los cuales se encontraban Pablo Suárez, Margarita Paksa y Roberto Jacoby retiraron sus trabajos y los destruyeron públicamente en la calle Florida en manifestación de repudio por la clausura de una obra de Roberto Plate. Luis Fernando Benedit ofreció sus “Microzoos”, ambientes habitados por hormigas, tortugas y abejas. En Venecia, Nicolás García Uriburu tiñó de verde fluorescente tres kilómetros del Gran Canal durante la Bienal Internacional. Un año después Luis Felipe Noé inauguró el bar Bar-bar-o; ya antes había presentado instalaciones con cuadros ubicados en los muros y el piso con bastidores vacíos y figuras recortadas. Conjuntamente se alinearon la TV experimental, el teatro de cabaret (café-concert), la contra-cultura rock, la prensa y el cine underground. El CAV cerró en 1970. MEMORABILIA NADA QUE CONSTE Buenos Aires como capital cultural no existe. En materia artística, toda esta década del noventa va a pasar a la historia con creces por haber sido un pasaporte de transición al segundo milenio. Nada digno de ser mencionado. En la década del ’60, en cambio, el Instituto Di Tella posicionó a Buenos Aires como una de las ciudades más importantes del mundo. Especie de zona liberada, herida abierta en el corazón de una sociedad silenciada, fue el símbolo de la cultura viva de aquellos años. Nada quedó de esa vanguardia estética que nos afectó a todos. Buenos Aires, como un monstruo, devoró su propio pasado. Ahora, el público no quiere disfrutar del arte. Sólo busca en entretenerse. Apenas un poco de diversión. En Nueva York, por caso, el Soho alberga entre 300 y 400 galerías de arte, el empuje de los artistas –los nuevos, los consagrados y los viejos-por mostrar lo suyo se hace sentir en toda la ciudad. Aquí no existen los mecenas: la gente no pone un centavo para financiar proyectos artísticos. Casi no hay fundaciones, apenas algún que otro espacio cedido por unas instituciones. ¿Cómo es posible que no haya libros de arte en las librerías de la calle Corrientes? ¿Por qué no hay dinero para editar catálogos? ¿Quién se ocupa de explicarles a los chicos que van a “Buenos Aires no duerme” lo que es un happening, el pop art. El arte punk, el anti arte o el kitsch, para que no se aburran ni bostecen? Sin ánimo de cuestionar las buenas intenciones, creo que eso sólo no alcanza. A falta de espacios alternativos, de algo que quiebre la absurda monotonía, los artistas están solos con su pensamiento. Que no es poco. Marta Minujín. “Desvelada Buenos Aires”. Noticias. Pág. 59 (1/8/98). LOS 60: BUENOS AIRES ERA UNA FIESTA De hecho el pop art (arte popular) se yergue contra la refinada imagen del arte abstracto y el caótico informalismo. El pop vino a reivindicar la cosa en sí misma, tan desgraciada y vilipendiada. El objeto volvía a tener vigencia después de un largo ostracismo, “en una forma de exteriorización gritona, descamisada, casi de vendedor de mercado” (Walter Biemel)... El objeto real, elemental, baladí. ¡Al diablo con el arte! ¿Qué formas adopta el pop-art en nuestro país? ¿Cómo se indaga y concreta el objeto o la cosa? Señalaré los nombres, en su hora, de sus adeptos: Rubén Santantolín (1919-1969), Emilio Renard (1925-1991), Marta Minujín (1943), Delia Puzzovio (1942), Delia Sara Cancela (1940), Pablo Mesejean (1937), Carlos Squirru (1934), Alfredo Rodríguez Arias (1944), Juan Stoppani (1935), Susana Salgado (1935), Eric Ray King (1935). Anotemos también: León Ferrari (1920), Luis Alberto Wells (1933), Fernando Maza (1936), Pablo Suárez (1939), Oscar Bony (1941), Roberto Jacoby (1944), Jorge Luis Carballa (1937), Edgardo Giménez (1942), Carmelo Carrá (1945), Roberto Plate (1940), David Lamelas (1944). En la Argentina ese anti-arte representa una actitud de una nueva generación por escapar a lo hecho, a lo conocido; un indagar un camino otro con coraje y sin prejuicios. Marta Minujín y Rubén Santantolín fueron los iniciadores: éste con sus «cosas», aquélla con sus «colchones» (1963). Estos “colchones” pintados con franjas de colores a veces fosforescentes atraían por su novedad desacostumbrada. Después vendrían La Menesunda, en colaboración en la idea con Santantolín y con la participación de un grupo de artistas, y El Batacazo. Minujín pasó de La Menesunda (una construcción precaria de 150 metros cuadrados, con situaciones que se le presentaban al espectador al recorrer su interior) a Batacazo (un ambiente de muñecos, siluetas, abejas entre vidrios, un tobogán, etc) e Importación y Exportación, con la atracción feérica de imágenes, luces y sonidos. Su autora paseó por América y Europa “su potencia fermental”, según un crítico. Marta Minujín anotó a modo de autobiografía: “M.M.... tiñe el espacio de verde, olorifica el aire, trastoca sabores, señala la cápsula espacial como el primer objeto usado de nueva manera. Finalmente, desaparece convertida en medio”. ¿Epater le bourgeois? El burgués ya no se asombra ni espanta... ¿Y el happening, ese impromptu hecho de realidad, emparentado con el “arte de los medios”? No es ni un show ni un espectáculo. No lo fue La Menesunda y otros hechos similares. Ni aún el montado por M. Minujín con la colaboración de Michel Kaprov (Nueva York) y Walt Vostell (Colonia, Alemania) a pesar de sus despliegues inusitados de radio, TV, teléfono, telégrafo, fotografía; fue sólo una “señal de ambientación” o una “invasión instantánea”, una corriente vitalista. En nuestro país, el Vito-Dito, de Greco, inicia el happening; no obstante, “hubo un conato anterior de M. M. Por el Canal 7 de TV y otros organizados después en una cancha de fútbol de Montevideo”, recuerda Romero Brest. Oscar Masotta en “Di Tella (1966-67)” esgrime el happening. Romualdo Brughetti. La Actualidad # 72 (7-8/93). EAF/2003.- www.geocities.com/eaf_underground www.geocities.com/eaf_iniciacion ------------ Internet GRATIS es Yahoo! Conexión 4004-1010 desde Buenos Aires. Usuario: yahoo; contraseña: yahoo Más ciudades: http://conexion.yahoo.com.ar _______________________________________________ Nettime-lat mailing list Nettime-lat@nettime.org http://amsterdam.nettime.org/cgi-bin/mailman/listinfo/nettime-lat