Silvestre Byrón on Wed, 3 Dec 2003 15:02:04 +0100 (CET) |
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[nettime-lat] EAF - IMPUGNACIONES II Burch |
EAF/Portfolio – El Nuevo Comentario IMPUGNANDO AL “SÉPTIMO ARTE” II Noël Burch En su "Manifeste des sept arts" (Manifiesto de las siete artes) Ricciotto Canudo planteó al cine como «séptimo arte» entre disciplinas «estáticas» y «dinámicas» después de la Arquitectura 1°, la Música 2°, la Escultura 3°, la Pintura 4°, la Danza 5°, la Poesía 6° y el Cine 7°. El sistema, que también consideró una «fusión» de las artes plásticas y las rítmicas, la cultura científica y artística, sería impugnado por autores, teóricos y realizadores, que pusieron al cine en cuestión. Suplementariamente Noël Burch analiza la mirada pro-fílmica.- Autor de la hipótesis modal de la representación cinematográfica, el británico Noël Burch, tiene apuntadas sus teorías en "El tragaluz del infinito" y "Praxis del cine". Como realizador también filma documentales de tesis para cine y televisión como "Noviciat", "Cinéma de Notre Temps", "Shirley Clarke: A Portrait", "What Do Those Old Films Mean?" y "Red Hollywood". CONCLUSIÓN Dejo, consciente y no del todo voluntariamente, algunos blancos en el tablero. Veo tres. He señalado de paso que ciertos parámetros, ciertas figuras –el campo-contracampo, especialmente- han tardado en generalizarse mucho más que otros –el raccord en el eje, por ejemplo. Pero no he aventurado ninguna lectura de este fenómeno. He afirmado en el curso seguido por la constitución del M.R.I. no tenía nada de «natural», y sin embargo sólo he examinado sus determinaciones socio-económicas, aparentando ignorar el papel del sistema simbólico que preside la formación psíquica en Occidente (instancia edípica, etc.). Finalmente, he situado al personaje en el centro de la diégesis, incluso he tomado el revelo entre diégesis y narratividad, pero no he esbozado ninguna teoría sobre la formación de la persona institucional, junto a la del centrado del sujeto, de la constitución de un espacio habitable, etc. La razón de estos silencios radica en que todos estos problemas corresponden a disciplinas en las que no me siento competente. Pero señalaré algunos de sus aspectos. Naturalmente, la constitución de la persona corresponde, por una parte a la instancia narrativa. En otra parte (Noël Burch, "Pour un observateur lointain", págs. 287-288) he esbozado lo que parece el modelo narrativo del personaje central, objeto de la identificación narrativa y reconocible en tanto que está desprovisto(a) de contradicciones y que a su alrededor ruedan, le(la) definen, una galaxia de personajes cuya «distancia del centro» se define por su grado de estereotipado. Pero está claro que la constitución del persona tiene también otras dimensiones. Históricamente está tan ligada a la aparicion del primer plano intercalado como a la del star system, y el paso a éste se encuentra ligado al paso del estadio artesanal al industrial. Cuando, incluso antes de la generalización del primer plano, los estudios comienzan a recibir correo dirigido a un personaje concreto en una película dada, los productores esconden todavía a los actores que emplean, sobre una base «igualitaria y anónima». Sólo a partir del momento en que se plantea la masificación del público en Estados Unidos, el star system comienza a nacer con la Vitagraph Girl y la Biograph Girl, antes de la aparición de los géneros nominativos. En cuanto al simbolismo profundo del star system, nos preguntamos si no prolonga sutilmente la ideología frankensteiniana de la conjuración de la muerte: el cine-personaje muere –aunque sólo sea porque la película se acaba-, pero la estrella renacerá en la siguiente película. He aquí algo que ayudaría, en definitiva, a volver dulce y aceptable el traumatismo del final institucional. He aquí, quizás, la razón de que la muerte de una estrella aún joven, es decir, aún estrella (Valentino, Dean, Monroe) sea vivida como una gran tragedia. (Hay dos obras notables sobre estos problemas: "Le Stars", de Edgar Morin, y "Stars", de Richard Dyer). En lo que se refiere al orden en que aparecen los distintos descubrimientos, debo confesar que la única intuición que he tenido se basa en trabajos que a menudo hoy son contestados en su mismo principio por el freudismo, y en su cientificidad por algunos psicólogos. Sin embargo, las observaciones señaladas por Piaget e Infeldt me aparecen hoy relativamente pertinentes. (Aunque me sienta inclinado a estar de acuerdo con los investigadores que rechazan la extrapolación que los autores han hecho de su descubrimiento, deduciendo el egocentrismo natural del niño). En su obra La representación del espacio en el niño (quiero agradecerle a Anna Ambrose el que haya atraído mi atención sobre estos trabajos), ambos investigadores suizos proponen un modelo de desarrolllo perceptual en el niño: en un primer estadio, éste no podría concebir su entorno más que de forma «frontal»; necesitaría varios años de aprendizaje antes de poder imaginar un punto de vista distinto al que de forma inmediata le es propio. Ahora bien, hemos visto que si el raccord en el eje es el primer cambio de punto de vista que los cineastas «descubren», el cambio de 90° es uno de los últimos, extendiéndose su uso incluso más tarde que el campo-contracampo. Naturalmente, de ahí a plantearse la hipótesis de una recapitulación mediante la «filogenia» de la representación cinematográfica de la ontogenia perceptiva humana, hay un paso enorme y para franquearlo serían precisas muchas investigaciones. Y, además, confirmada tal hipótesis, cabría preguntarse en qué nos ayudaría a avanzar en la comprensión de la naturaleza del M.R.I. Y, sobre todo, ¿qué lazos mantendría una determinación de este orden con los de orden simbólico, cuyo lugar en la formación del M.R.I. es tan manifiesta? Ya he esbozado una hipótesis por la que el «mironismo infantil» del cine primitivo sería un acting out que prefigura este otro «mironismo», reprimido, del espectador institucional atrapado en las redes del campo-contracampo y otras manifestaciones de la ubicuidad. ¿Son de recibo otras prefiguraciones de esta clase? Ahora bien, entre los temas «infantiles» del primer cine, puede atribuirse la frecuencia del tema del «cuerpo fragmentado» en el plano socio-histórico a la influencia del espectáciulo popular. El traidor del melodrama o del Gran Guiñol, al igual que el prestidigitador del circo, corta a las mujeres en dos. (Cfr. Lucy Fischer, op cit.). Pero los trucajes mecánicos y ópticos inventados por el cine prácticamente a partir de su nacimiento le dieron a este tema un extrordinario y delirante impulso durante el primer decenio. Y es innegable que este tema desapareció a partir de la aparición del montaje que diseca. Recordemos, por ejemplo, cuán raro es, incluso en las más delirantes películas burlescas de la edad de oro norteamericana: un Keaton o un Chaplin hubieran considerado como infantilismos las acrobacias violentas de los luchadores/luchadoras que cambian de sexo y se arrancan los miembros en "Les Nouvelles luttes extravagantes" (Mélies, 1900). Y, por supuesto, lo eran: una especie de acting out de las fantasias de agresividad infantiles que Melanie Klein asocia con la «postura esquizoide-paranoide» (Melanie Klein, "Essais de Psychanalyse", Payot, 1972, pág. 102) * * * ¿Qué cabría pensar, así, del paso de una época caracterizada por los desmembramientos infantiles a lo que acabará siendo el equilibrio institucional entre el detalle y el conjunto del cuerpo a través del montaje? Podemos verlo como isomorfo de esta etapa en el desarrollo psíquico que Klein sitúa a partir del cuarto mes: «con su creciente integración el niño comienza a percibir a su madre en tanto que persona entera… este cambio (es) el comienzo de la posición depresiva… cuando la madre puede ser percibida en tanto que persona entera, y la identificación con ella pueda realizarse de otra forma… La madre es percibida ahora como objeto completo… en oposición a los objetos parciales del estadio precedente… Este paso de la posición paranoide-esquizoide a la posición depresiva representa un paso crítico del funcionamiento psicótico al funcionamiento sano». (Hanna Siegel, "Klein", pág. 66). ¿Podemos pensar que el fenómeno sigue anclado en la Institución «en estado sincrónico»? El «fragmentado del cuerpo» institucional, esta especie de oscilación «respiratoria» entre planos cercanos y planos de conjunto, podría ser la reiteración sin fin de una «transición» que Klein había llegado a ver como «sin fin», siempre dispuesta a empezar de nuevo, hacia la integración madurada de la personalidad humana. Es lo que Stephen Heath parece sugerir en un importante estudio. A propósito de una anécdota contada por Lilian Gish y que habla de la resistencia «neurótica» de los productores y técnicos a la pérdida del cuerpo debida al acercamiento de la cámara que Griffith y otros exigían. (Stephen Heath, "Screen Images, Film Memory", Edimburgo 76 Magazine, págs. 36-37). Pienso que para convencernos de que hay ahí un punto neurálgico de la representación cinematográfica, basta con pensar en la angustia que nos oprime en tanto que el espectador institucional -y todos nosotros lo somos- ante una película (primitiva o de vanguardia) que sólo nos propone las siluetas fuera del alcance del plano de conjunto, y en la angustia que, por el contrario, nos oprime cuando vemos alguna banalidad «experimental» o simplemente manierista que sólo nos propone la intimidad del primer plano (ciertamente, Dreyer construyó con esta «opresión» una obra maestra, "La Passion de Jeanne D’Arc"; el debutante George Lucas sólo fue capaz de embarullarse con ella en su "THX 1138"). Último problema, provocado por otros, pero que interpela a las conclusiones de este libro: «la identificación primaria» del cine-espectador, ¿obedece a un modelo patriarcal, las mujeres se alienan a sí mismas al identificarse con… la cámara? En mi opinión, no hay duda de que, como han demostrado Laura Mulvey, M.-A. Doanne y otras (Laura Mulvey, "Notes on Visual Pleasure", en Screen, v. 16, núm. 3; Anne-Marie Doanne, op. cit.; ed. Ann Kaplan, "Women in Film Noir". B.F.I., 1980) cierta «mirada» del cine clásico está construida sobre este modelo. Pero se trata, bien de mirada pro-fílmica, bien de la mirada de la cámara constituida en mirada pro-fílmica (Primer plano de la cadenilla en el tobillo de Barbara Stanwyck en "Double Indemnity"). ¿Qué ocurre con la mirada neutra de la cámara, con esta suma de todas las miradas posibles en el interior del M.R.I.? ¿Podemos pensar realmente que desde hace tres cuartos de siglo las mujeres «viven» menos el cine que los hombres? Nada parece indicarlo. Podemos pensar incluso en la posibilidad para las mujeres de revestirse con una piel masculina para conseguir la identificación narrativa necesaria para gozar de un western de Hawks, por ejemplo, se explica precisamente por el poder de la identificación primaria. Por esto no podría seguir a ciertos críticos y cineastas anglosajones, al parecer convencidos de la naturaleza fundamentalmente patriarcal del propio M.R.I. y que ven en las estrategias «descontructoras» de la vanguardia el camino hacia un «lenguaje» que les pertenecería como propio en tanto que mujeres. Este planteamiento me parece que se asemeja mucho a la distinción estalinista entre ciencia proletaria y ciencia burguesa. Quedan muchos otros temas por estudiar. Por mi parte, estoy convecido de que, si no puede hablarse de «fatalidad» alguna que haya presidido la constitución del M.R.I., tampoco podría hablar de «complot», ni siquiera objetivo. Se trata de una historia eminentemente sobredeterminada, en la que el orden simbólico intervendría indudablemente un poco como una «fatalidad cultural», y que, en última instancia, echa sus raíces, a través de toda la historia de Occidente, en la civilización greco-cristiana. Hemos examinado algunos aspectos socio-ideológicos y económicos de esta determinación. Si evoco apenas los aspectos simbólicos, no se debe a que los considere secundarios. Por el contrario, me parece evidente que el extraordinario éxito del cine, como industria del placer y como instrumento de manipulación (o de movilización) procede precisamente de la perfecta armonización entre el sistema de representación construido entre 1895 y 1929 y las estructuras inherentes al psiquismo occidental tal y como las formulan la teoría y práctica psicoanalíticas. Algunos trabajos que muestran las correlaciones entre los mecanismos del sueño y los procedimientos de la narratividad cinematográfica (Thierry Kunzel, "Travail du film, en Communications", núm. 19; Christian Metz, "Le Significant Imaginaire"), así como algunas intuiciones que acaricio referidas a la homología que podría existir entre las estructuras arquetípicas de la fantasía y aquellas cuya historia acabo de trazar –quizás ello sea objeto de un trabajo futuro-, todo ello me hace pensar que esta vía de investigación sigue siendo hoy, todavía, la menos vana de todas. París-Columbus-Londres, 1977-1983. FUENTE:"El tragaluz del infinito"; Págs. 269-275. Cátedra. Madrid, 1991. EAF/2003.- www.geocities.com/eaf_underground www.geocities.com/eaf_iniciacion ------------ Los mejores usados y las más tentadoras ofertas de 0km están en Yahoo! Autos. 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